martes, 18 de julio de 2017

A un demonio platino

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Los sentimientos afloraban, tan profundos y tan intensos que el vello de la piel se erizaba.
Tersa y bien pulida se hallaba, cubierta por un manto de interminables puntos brillantes que la acosaban.
Sin saber por qué giró la mirada, pero no encontró a la espalda lo que ella tanto anhelaba.
Las sombras se volvieron luces, luces que cegarían al más claro de los azules.
Nada había que pudiera calmar su llanto y poco a poco el lago se convirtió en océano.
Todo aquello que podía ejercer un impulso en ella desapareció con el crepúsculo.
Y la vida volvía a ser vida, una vida que no valía la pena vivir.
Los horrores la invadían y sus monstruos nacían, haciendo de su existencia su tortura.
La soledad se presentaba como algo exquisito y excitante, dando rayos de esperanza a lo que parecía un final infeliz y vacío.
Como nacido con dos muñones en vez de manos, lleno de manías y rencores, acusaciones, engaños y dolores, se presentaba su demonio.
Arrancándole esa vitalidad de la que su alma disfrutaba.
Nada quedaba ya, solo muerte, destrucción y la época de la devastación.


                                                                       A más ver, Samantha Wind.

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