¡Muerte al bellaco! ¡Muerte a aquel que quiso matar a las almas en gracia!
¡Muerte al bellaco! ¡Muerte a aquel que jamás la empatía conoció!
Nada queda para un ser así que la muerte en sí.
Su sufrimiento extendido ha de ser vengado con la misma sangre que él ha derramado.
Ojo por ojo se dice, démosle uso pues, acuchillándole en el vientre esta vez.
¿Quién gritó? ¿Quién llamó? Pues los gritos de mi tortura no me dejan oir voz alguna.
Superioridad es lo único que conoció, ahora los afilados filos de mis cuchillos serán el nuevo mundo que conozca.
¿Quién gritó? ¿Quién llama?
¡Muerte al bellaco! ¡Muerte a aquel rompedor de corazones vivos en su latir!
¡Muerte al bellaco! ¡Muerte a aquel por el que tantas lágrimas derramé!
Muerte al que apagó la llama de mi ser...
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