Mas tú sabes bien lo que yo una vez fui.
Y mi engaño de una realidad alterada jamás pudo ser.
Lo campos brillan con la ironía que tu melancólica sonrisa
solía mostrar.
Girasoles que se vuelven y se revuelven entre bastos
mechones humedecidos por el rocío ardiendo bajo el sol del viejo y olvidado verano.
Los colores protagonizan la escena de tu partida para
brillar siete veces antes de tu eterna despedida.
Una última mirada al cian de los cielos que grabara para
siempre su tinte en tu corazón de romántica poesía.
Mi voz se quedó con tus ganas de aprender a volar los
desgarrados vientos que ahora gritan tu nombre.
Como una ofelia dormida, ofendida y agasajada por la vida, la sagrada tierra te da la bienvenida.
A más ver, Samantha Wind
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