lunes, 26 de marzo de 2018

Oda al asesino de almas


Quebraste mi alma como si de hielo en una luna congelada se tratara.

Derribaste las fuerzas que defendían mi fuerte de valor e intrepidez.

Jamás supiste que las lágrimas que derramaba eran por las barbaries que tú osabas cometer.

Gritaste a mis oídos con ráfagas de fuego, grabando tus necias palabras como un hierro candente en mi cerebro

Silenciaste mis bellos cantos, sueños y esperanzas con tu destrozada conciencia de mezquino tirano.

Engañaste, trastornaste, maldijiste y condenaste el brillo de la estela de mi inocencia, destripándola y enviándola a los abismos del infierno del que tú decidiste escapar, arrastrándome a compartir la locura que no supiste combatir.

Y ahora, yo, destrozada y sin salida, hundida en tu pozo de estiércol, miro con pena la última luz de alegría que nunca podré poseer.

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