sábado, 22 de junio de 2019

Aquella estrella de allá


Una vez empecé a escribir sobre ti, no era nada largo ni bonito, porque realmente nunca llegó a ser nada. Solo escribí tu nombre y sentí todo aquello que quería transmitir con tu historia. Pero lamentablemente, nunca se hizo realidad.

Second star to the right...Una vez apareciste en mis sueños de manera repentina, sin avisar, pero tu presencia coloreó cada parte de aquel sueño. Aún recuerdo como venías a traer un mensaje que la humanidad creía perdido, olvidado y acabado. Eras la parte esencial, la clave de toda nuestra existencia. Estuviste siempre ahí, sin embargo, nunca nadie llegó a verte. Explotaron tu condición de niño único, si es que alguna vez lo fuiste. Trajiste todo lo necesario para que la aventura pudiera ocurrir y sin más miramientos, tú y yo, decidimos seguir aquella estrella. Magia. Mágico. No hay más palabras que puedan describir el rastro de tu estela, siempre alocada y perdida entre las nubes. En aquel sueño, eras tú el que más soñaba de todos, pero nunca tuve el valor de preguntarte el secreto de tu existencia. Todavía hoy me pregunto su propósito y su efecto en mi vida

Una vez más te vuelvo a recordar, esta vez para escribir aquello que no pude contar, que tuve que callar y que se había mantenido oculto durante tantos años. El tiempo ha pasado, pero ni por un solo momento ha desaparecido la ilusión que tu existencia creó en mí. Incluso ahora, años después, mis ojos contemplan aquella estrella, que un día seguimos, imaginándose aquella vida de aventuras. Aún hoy, creo en ti.


A más ver, Samantha Wind.

El sumiso del jazz

Era una noche cualquiera, una más de tantas. O eso creía la gente, absorta en sus miserables vidas llenas de cotidianidad. Para mí, era la noche de mi libertad. El jazz, fuerte y estruendoso, resonaba por toda la habitación. Su ritmo dorado combinaba perfectamente con el palpitante rojo de la sangre. La ceniza de un olvidado cigarro se derramaba sobre la moqueta, y yo, con mis ojos cerrados, movía los brazos al ritmo del gran Charlie Parker. Bravísimo. No se me ocurría mejor manera de amenizar la velada; incluso mi acompañante se había quedado mudo ante tal escenario de pasión.

—¿Sabes? Empieza a hacerse tarde —dije mirando el reloj que pronto daría las doce—. Creo que has tenido suficiente de mi compañía por hoy; bueno, por toda tu vida. Lo siento, no puedo evitar reírme al verte así de tranquilo y… sumiso. Quizás haya sido el miedo el que ha dejado esa expresión en tu rostro. O quizás el que una mujer por fin te haya plantado cara. Han podido ser tantas cosas que soy incapaz de enumerarlas. Te aburriría con ellas, a pesar de que ahora dispongas de todo el tiempo del mundo. Con lo pequeño que se te ve, me cuesta creer que fueras tan cabrón en vida —al decir eso no pude evitar tocarme el ojo morado que me había dejado de recuerdo. Sentí un escalofrío, así como una insana felicidad—. ¿No crees que la historia ha dado un giro muy radical? La verdad es que no ser yo la sumisa nunca más sienta bastante bien. Sienta tan bien que mi piel luce más tersa y suave. ¿No era eso lo que querías? ¿Que me viera igual de bonita y delicada que las demás chicas? Siempre exigiéndome ser igual de ordinaria que ellas porque, según tú, una chica con cerebro se te antojaba demasiado… ¿cómo lo decías? ¿Vulgar? Eso es. ¡Demasiado vulgar! Tú sí que eras vulgar. Quién en su sano juicio dice a una niña, inocente e indefensa, que no vale nada por no ser igual que el resto ¡Dime, maldito inútil! ¡¿Quién?! —No pude evitarlo y perdí los papeles, lloraba, pero nunca más por él—. Creo que deberías saber que aquellas historias que escribía, y que tú considerabas palabras sin sentido, van a ser publicadas. Hace un mes que lo sé, pero tenía muy claro que tú no serías partícipe de mi éxito. Tomé esa decisión la última vez que me pegaste una paliza. Sí, aquella en la que casi me matas, aquella en la que mi cabeza se quedó colgando en la bañera, mientras me caía un chorro de sangre hasta la boca de la brecha que me hiciste en la frente. Qué tiempos aquellos. ¡Y pensar que fue solo porque me atreví a mirarte! Ahora por fin tengo la libertad que tanto ansiaba, y qué mejor que llevar a la práctica aquello que desde niña cuento en los relatos que me han hecho famosa. Bueno, como decía, es tarde. Espero que en el infierno sean justos y te den lo que te corresponde, inútil .

Cogí mi abrigo marrón, y apagué la luz, terminando, pues, con una vida de abusos al son de un magnífico jazz.

Artemisia Gentileschi fue violada cuando tenía 19 años. Durante su carrera como una de las pintoras más importantes de Italia, resucitó y exorcizó aquel trauma una y otra vez.
Judith decapitando a Holofernes de Artemisia Gentileschi


A más ver, Samantha Wind.



domingo, 21 de octubre de 2018

Nuestro rincón en el mundo

Constantemente me pregunto si tendré la oportunidad de emprender la aventura de mi vida, la cual me lleve a lo que serán los cimientos de mi hogar hasta que decida que la vida me ha enseñado lo suficiente como para marcharme.

En mi mente siempre está ese verde que rodea todo mi hogar, un simple sitio modesto al que llamo casa. Ese verde me proporciona un olor fresco similar al que tendría la auténtica libertad, si es que alguna vez se alcanza en esta vida. Es un verde que no solo puedes disfrutar con el olfato, esa es únicamente la segunda sensación que te produciría al estar en contacto con él.

La primera de todas es la vista: antes de poder disfrutarlo con el olfato, tus ojos han creado una imagen de algo a lo que tú llamas paraíso en tu cabeza. Nada te parece equiparable a lo que en ese preciso instante estás contemplando. Para ti eso ya es único. Tus ojos tan solo pueden enjuagarse las lágrimas que a borbotones asoman por sus lagrimales. No te lo crees y tienes que pellizcarte.

Es tan irreal que ni siquiera crees que estés ahí realmente. Y sigues mirando sin dar crédito a esa imagen que no para de proyectarse delante de ti. Te repites sin más que es el simple decorado de una película de ciencia ficción. Pero, una vez que te da el aroma de miles de fragancias, empiezas a formar parte de su baile. Ahora sois dos seres compartiendo experiencias juntos.

Entonces decides alzar tu mano para tocar el verde que tan fascinada te tiene. Y ahí es donde entra el tacto, mostrándote una vez más que lo que estás viviendo es tan real como tú. Cada fragancia, textura y forma crea un sabor nuevo en tu boca. Eres incapaz de enumerarlos, solo los degustas porque no sabes cuánto durará aquello.

¿Será eterno o un simple segundo en el tiempo? No te importa y sigues disfrutando de ese instante. Crees haber encontrado tu lugar en el mundo. Hasta el sol, cálido sin ser abrasador, te indica con sus rayos que has llegado al tesoro enterrado bajo la cruz. Y lo mejor de todo es que eres la única en tu descubrimiento. Solo tu alma sabe que has conectado con ese lugar y nadie jamás podrá arrebatártelo. Nadie, excepto la vida.

No sabemos cuándo nuestro lugar idílico, nuestro verdadero hogar, llegará hasta nosotros. Por eso la parte irracional que nos conduce a la locura ha de tomar el control, pues es la única que controla el ser que somos, la que nos lleva al sitio al que pertenecemos y la que nos enseña nuestro destino lejos del mundanal ruido. 


lunes, 8 de octubre de 2018

Eterno resplandor

Giras la cabeza una vez más, haciendo que tu preciosa melena, llena de fuego, refleje los rayos de sol que tanto juego dan a tus mechones enredados.

Sonríes, y ahora soy yo el que proyecta sus mejores recuerdos.

Recuerdos en los que el color naranja, rojo fuego y mostaza son los intérpretes de una divertida comedia.

No quieres detenerte, nada te para, y a mí, me haces avanzar cada vez más a esa zona de luz que tu llamas hogar.

Tu fuego me da calor, me protege; y, sobre todo, me hace olvidar los daños de la vida.

He alcanzado el raudo ritmo de las estrellas, ahora brillo e ilumino a quienes con ingenio atisban su mirada en mí.

Inmensas tempestades fueron calladas con los atardeceres de tu mirada, incluso aquellas causadas por quienes tu ira no conocían.

Mirándote te suplico por otra de tus sonrisas, para así, poder ahuyentar a la oscuridad que viene tras el ocaso.  

Mas no todo es eterno, y tú, calatea salvaje, ansiosa de deseos y libre, fuiste fugaz, un deseo único en la inmensidad de un cosmos eterno.

miércoles, 16 de mayo de 2018

La batida del arquero al artero

Y dime, ¿cómo es llevar una doble vida
en la que tu única arma es la mentira?

Las pesadillas han pasado a ser tu nueva conciencia,
incapaces de detener tu malevolencia.
Imagen relacionada

Te liberas de toda carga,
tomándolo por hecho,
dejando a los demás con despecho.

Los días se nublan para tus más allegados
cerniéndose sobre ellos la sombra
de tu despiadado pasado.

¡Qué dolor han de sentir en el pecho,
para que su torturador ceda la tortura!

Mentira tras mentira crece tu ira;
considerándose únicamente como legítima
tu irreemplazable verdad.

Como arácnido de ocho patas tejes cada día
tu propia red de falacias,
la cual no podrá amortiguar
 la caída de la confianza
que ellos te depositaban.

Deseando al artero, finalmente, pues,el más absoluto desamparo. 



A más ver, 
             Samantha Wind

lunes, 14 de mayo de 2018

Ossa sanitatis



What’s on your wish list¿Sientes eso en los huesos? Dime que lo sientes.

Siente sus caricias, su tacto…, ¿no oyes que te está llamando?

Al principio empezó como algo que los odios eran incapaces de captar, pero ahora es alto y claro. 
Como la melodía que eriza el vello de la piel, mueve las caderas y transporta a un lugar idílico.

Lo estoy intentando o, ¿no lo ves?

Qué difícil es alcanzar lo que una vez se tuvo con tanta facilidad

Pero esta ahí, ¿no lo escuchas? ¿No lo sientes?

Casi llego a ello, pero se me escapa.

El muro que una vez derribé con la voz de miles de gigantes me lo impide.

Ahora los pequeños duendes han creado una red que me bloquea.

Solo dime que ves como lo intento.

Solo sé que me siento caer y que el fino hilo de una telaraña me atrapa para poder seguir.

De repente siento su abrazo y noto como su voz consuela mi agitada conciencia.

martes, 1 de mayo de 2018

Primavera



Las rosas florecen tras el paso de las lluvias torrenciales de un invierno frío.

La tempestad en calma extiende su manto sobre el cielo para pintarlo de un rosado moteado.

El hielo azul de los corazones se derrite con el toque de las lenguas suaves de los colibrís sobre los cristales mojados del alma.

Y tú me cantas al alba para que inhale el último suspiro de tristeza que dejó el frío de tu última lágrima.



                                     A más ver,
                                                Samantha Wind

miércoles, 18 de abril de 2018

Aquel pequeño Oliver Twist

Los vapores de la fábrica le hacían toser
ríos de sangre condensada
en su existencia amargamente marchitada.

Levantó la mirada hacia el cielo
y con su mano negra,
podrida por el carbón,
hizo una pequeña visera para resguardarse del sol.

Vio como aquella espesa nube,
que tan dentro llevaba en los pulmones,
se expandía sobre un bello cielo
que hacía años que viera el azul de las estrellas por última vez.

Tosió, la sangre cada vez era más oscura,
Y con cierto desdén alzó la mano,
que esperaba que, por última vez,
le diera de comer.

La gente paseaba sin reparar siquiera
en uno más de tantos,
en un niño más que se labraba su futuro,
con los pies descalzos y piel de escuerzo,
un espíritu quebrado.


El sol empezó a deshacerse
en pequeños copos blancos
y su luz anaranjada
se tornó serena y apacible,
bendiciendo con su suave haz
el aullido del lobo
que hambriento esperaba
y rogaba.

Las campanadas de la iglesia,
ocultada tras la neblina
que la contaminación provocaba,
anunciaba una angustiosa media noche.

Sobre la tierna nieve yacía
también un aún tierno cuerpo
que hacía unos breves instantes
tosía, condenando sus sueños
y esperanzas, cuya lucha nunca desistió
¡Contemple cómo se ahoga en su propia negra sangre!

El lobo sediento e impaciente
no aminoró el paso ni por un segundo
y con gran deleite se abalanzó sobre su presa,

creando un océano rojo de anhelos
sobre la blanca nieve de enero.



martes, 3 de abril de 2018

La ablepsia de Baudelaire


Enciende la llama del sol que alumbra los hastíos de la humanidad.

Dibujándolos como la figura de fe por la que todo ser viviente respira, consolando sus llantos de la ternura de las caricias.

Olvida las asperezas del asfalto que desoyó tu corazón y recuerda la hierba que una vez invadió, suavizó y tranquilizó las llagas de tu quemazón.

Ahora abre los ojos y recupera la vista que una vez la ablepsia por la avaricia te arrebató.

Y con un último latido de esperanza, recibe la luz verde que cegará tus ojos con confianza.

lunes, 26 de marzo de 2018

Oda al asesino de almas


Quebraste mi alma como si de hielo en una luna congelada se tratara.

Derribaste las fuerzas que defendían mi fuerte de valor e intrepidez.

Jamás supiste que las lágrimas que derramaba eran por las barbaries que tú osabas cometer.

Gritaste a mis oídos con ráfagas de fuego, grabando tus necias palabras como un hierro candente en mi cerebro

Silenciaste mis bellos cantos, sueños y esperanzas con tu destrozada conciencia de mezquino tirano.

Engañaste, trastornaste, maldijiste y condenaste el brillo de la estela de mi inocencia, destripándola y enviándola a los abismos del infierno del que tú decidiste escapar, arrastrándome a compartir la locura que no supiste combatir.

Y ahora, yo, destrozada y sin salida, hundida en tu pozo de estiércol, miro con pena la última luz de alegría que nunca podré poseer.

miércoles, 21 de marzo de 2018

Anisoptera



La búsqueda es algo constante,
como seguir el ritmo de los timbales
al son de los fuegos vivaces de nuestras entrañas.
 
Es un ritmo en sentido único,
con el propósito de conducir el alma a su liberación.

No sigas el susurro de las hojas
 entre los arboles del otoño.
Sigue el sonido de los timbales que se filtra entre ellas
en el solsticio de verano.

¡Qué naturaleza! ¡Qué sonido de satisfacción!

La tribu te llama, la búsqueda te encuentra,
y el ritmo te envuelve como las enredaderas de tu cabeza.



                                                               A más ver,

                                                                             Samantha Wind